Teatro breve

Durante mucho tiempo, las obras de teatro «normales» díficilmente bajaban de las 2 horas de duración puestas en un teatro, quizá con algún descanso.  Con frecuencia, alcanzaban las 2 horas y media o llegaban a las 3 horas.
Eso fue así casi todo el siglo XX.  Durante todo ese tiempo, las obras de menos extensión pasaron a llamarse de manera general «teatro breve» (desde sketches, pasando por pasos, entremeses y sainetes, hasta obras cuya duración escénica rondaba la hora).

Pero hoy en día las obras de una hora de duración en muchas ocasiones ya no se consideran «teatro breve».  Aunque en el límite, en la actualidad son muchas las compañías que consideran posible presentar como espectáculo único una función de esa duración aproximada, especialmente cuando se habla de teatro de vanguardia, o de un teatro un poco denso, sin intermedios; o en salas y ambientes alternativos más populares.

En nuestro movimiento teatral lo hemos podido comprobar muchas veces en la práctica, así que consideramos pieza de «teatro breve» aquella que no lograría mantener la convocatoria de una función única sin necesidad de otros complementos.  Ese límite, por experiencia, lo tenemos puesto en los tres cuartos de hora.

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